miércoles, 8 de febrero de 2012

Almita en pena

Según la creencia popular el alma de un niño va directo al cielo por su pureza. Sin embargo se dice que hay casos en que es tan tierna que no se nota que esta  muerte y se qeda vagando por la casa que vivió.
Cuentan que en un pueblo un día, la desgracia visito una casa, y el más pequeños de los niños, uno de tres años, murió ahogado en una poza de agua.
La madre lloraba y gritaba de la pena, quería vestir a su hijo para el velorio, pero como es costumbre, los familiares nunca visten a un difunto porque esto podría llevárselos asi que la curandera del pueblo fue quien arreglo al niño para el entierro. Los visto con un traje blanco, que dieron los padrinos, y también le peino la cabecita que estaba llena de algas.
Una vez el cuerpo estuvo listo, ato una cita blanca en el pecho del niño que estaban en posición para rezar y dejo los extremos sueltos pues, según otra creencia de la serranía, cuando los padrinos del niño mueran sus almas se aferran a esta cinta y el ahijado, convertido en angelito, los jalara al cielo.
La noche del velorio hubo una gran celebración por el alma del niño que fue a gozar del paraíso. Mientras el padre bailaba con la madrina, el hermano mayor, un chico de unos nueve años, tomo unos caramelos de una bandeja y fue a ponerlos en las manos del difunto.
Su abuelo lo miro y le pregunto por qué había hecho eso. Con la naturalidad, el chico dijo que a su hermano le gustaban los caramelos.
El viejo saco del cuarto del velorio y lo llevo al patio, donde le explico que su hermano había muerto y que los muertos no necesitaban ni comer ni beber. El chico se quedó pensando y al rato pregunto: ¿Cómo se deja se estar muerto? A lo que el abuelo no respondió inmediatamente, sino que luego de reflexionar, le dijo que no hay forma de volver a la vida, porque cuando una persona muere el alma se separa del cuerpo y se va al cielo.
El anciano continúo con su explicación y le dijo  a su nieto, que como su hermano había muerto tan de repente, su alma aun debía estar en la casa penando y era posible verla. Aunque ella ya no podía verlos.
El abuelo lo tomo de la mano y le acerco a un perro que aullaba. Puso los dedos en los ojos del animal para sacarle unas lagañas, que unto en los ojos del niño y en los suyos.
Entonces explico que los perros pueden ver más allá, y que al untarse las lagañas del perro sus ojos serian como los del animal y podrían ver el almita en pena. Ambos entraron a casa.
Sobre una mesa donde estaba el ataúd, vieron una pequeña sombra  blanca, que flotaba por el lugar. Pese a que no tenía una silueta definida y no se le distinguían rasgos humanos, se notaba agitación en sus movimientos, como si el almita se preguntara que ocurría. Una y otra vez, ella descendía como tratando de entrar en el pequeño cadáver.
Luego la vieron cerca de los caramelos. Pero esas formas de aire no atinaban a cogerlos. Al abuelo y al nieto se le fueron las lágrimas. El almita penaba; parecía buscar a sus padres o a sus hermanos y no encontraba a nadie.
Al día siguiente;  llevaron al niño al cementerio pero  abuelo impidió que vaya su nieto  con ellos,  porque después iban al cementerio era un lugar muy pesado para los niños. Después del entierro el niño seguía viendo el alma de su hermano en la casa el abuelo se acerco al hermano mayor y le dijo que era tiempo para el alma del niño vaya al cielo; asi que cojio las prendas del niño en un costal y salieron de las casa.
Aunque la sombra no podía ver al niño y su abuelo, si reconoció sus prendas se aparto de los leños y salió detrás de ellos, flotando.
El abuelo llevo el costal al rio y empezó a botar las pertenecías en el agua; asi los recuerdos se irían y el alma podría descansar en paz. Cuando el abuelo termino de arrojar las ultimas prendas, el alma del niño comenzó a flotar más alto…….

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